Visita al Serviola, por Juan Muñoz

MAÑANA MUY FRIA:


Menos mal que se me ocurrió llevar el abrigo. Eran las 10,15 cuando yo estaba allí como primero de la fila (solo ante el peligro) y tuve tiempo de hacer unas instantáneas para calentar.- A las 10,30 estaba a bordo, acompañado por 14 personas, siendo recibidos por el segundo de a bordo.- Comenzamos con la demostración de unas armas de mano ya conocidas, Pistola, fusil Cetme y el clásico Mauser. Elementos de protección contra Incendios, Chalecos antibalas, guantes especiales, etc. A continuación fuimos recorriendo todas las importantes cámaras y sitios. Puente de mando y comunicaciones, radares de superficie y navegación, cámara Flir, Sala de Comunicaciones y de Oficiales, Proa y Popa con su pista para operar con Helicópteros y la Sala de Máquinas con tres generadores Diesel de 195 Kw. cada uno, en la que quiero resaltar, no sé si cusual….(predominaba un aire acondicionado de estabilidad) y se oyò un comentario que decía «pues apenas hacen ruido, no?» a lo que respondió el maquinista «Claro, los motores no están en marcha, están apagados». Je. je. je. je. —Finalizamos la visita, pero cuan íbamos a desembarcar, observé en la pasarela a un grupo de personas debidamente uniformadas de azul – marinos – eran de la Hermandad de Veteranos de la Marina (justamente aquellos con quienes coincidimos en la visita del ARNOMENDI – donde yo pillé aquel rebote por su forma de vestir de uniforme, mientras que nosotros íbamos bien vestidos «pero de paisano». Pues bien, me dirigí al Comandante y presentando mi credencial de nuestra RLNE le pedí permiso para acompañarles, accediendo gustoso. Comenzamos la visita algo especial y sin prisas, ya que como digo yo, eran del cuerpo. Recorrimos todo con gran detenimiento, buena armonía y camaradería. Presencié el intercambio de «metopas» en la Sala de Oficiales, con sendos discursos y charlas muy distendidas, una verdadera gozada, y al final a uno de los Veteranos se le ocurre preguntar si tenían «bazar» donde comprar algún recuerdo, siendo afirmativa su respuesta y al final de la visita, otra vez a la Sala donde ya tenían preparadas algunas cosillas, más bien pocas, las tradicionales: Chubasquero, Gorras, sujeta-corbata y llaveros. Como se dice ahora, una despedida larga y enorme en la popa junto con oficiales y marinería, y salimos muy satisfechos – el que suscribe también – eran las 12,45 y yo permanecía dentro desde las 10,30 de la mañana. Aparte te remito mis fotos, quedándome aún pendiente de recibir las que también iban haciendo ellos. Un apunte aparte, les destacó mi forma elegante de vestir y les contesté que parte de la culpa la pudieron haber tenido ellos cuando visitaban el Arnomendi.

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